Sacristía y sala capitular

En la primera capilla de la girola se abre una puerta trabajada al estilo hispanoflamenco, un arco trilobulado bajo otro conopial, que da acceso a una antesacristía decorada con un lienzo del Cristo de Burgos del siglo XVIII y otro lienzo del XVII que muestra a David con la cabeza de Goliat, relacionado con la escuela del pintor italiano Caravaggio. En el acceso a la sacristía se representa, en piedra caliza blanca, la liberación de San Pedro por el ángel, obra plateresca del siglo XVI. La puerta es también plateresca, en madera de nogal, tallada por Vasco de la Zarza en 1520 con la decoración del escudo del Cabildo y del obispo Francisco Ruiz, además de figuras mitológicas.

La primera sacristía es la llamada de los Beneficiados, una construcción del siglo XIV en la que destaca su magnífica bóveda de nervios dorados sobre ménsulas embebidas en el muro. Rodea la sacristía una cajonera en uso desde el siglo XVI, atribuida a Cornelius de Holanda, sobre la que se coloca, en el muro de la derecha, un retablo del siglo XVI que muestra en sus tablas inferiores la prisión y liberación de San Pedro, quedando arriba el Santo Apóstol vestido de pontifical. El aguamanil de mármol es del siglo XVIII, obra de Juan Antonio Cuervo.

La sacristía principal, que también sirvió de Sala Capitular y es conocida como Capilla de San Bernabé, es de planta cuadrada y cubierta con bóveda octogonal sobre trompas angulares. Está decorada en los testeros de las cuatro paredes por grupos escultóricos en madera esmaltada que representan escenas de la Pasión de Cristo, obra de los imagineros Isidro de Villoldo, Juan Frías y Pedro de Salamanca hacia 1555. En el fondo hay un magnífico retablo en alabastro, obra también de Villoldo con la colaboración de Frías, que sirve para completar el mensaje pasional del conjunto con la Flagelación y Cristo Ecce Homo, además de los relieves de San Bernabé, San Andrés y San Pablo junto a las Virtudes Cardinales. Las cajoneras son del siglo XVIII. Este espacio no solo es importante por el conjunto artístico, sino también por la historia que envuelven sus muros, pues aquí se reunieron los nobles castellanos para proclamar la Farsa de Ávila en 1465 contra Enrique IV, el mismo espacio que eligieron los Comuneros de Castilla para unificar criterios en la Junta de Ávila de agosto de 1520.