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La Catedral y la Muralla

Ávila es la ciudad que levantó la muralla más potente y convirtió la Catedral en un fortín inexpugnable. Un paseo por el exterior de la Catedral deja patente el carácter militar; la torre Norte, a la entrada, y el Cimorro, en el ábside, y todo el perímetro almenado de las cubiertas, reafirman el compromiso defensivo.
La Catedral y la Muralla forman un complejo defensivo bien acoplado, comparten el Cimorro y algún muro, como la pared que cierra esta estancia al Este. Viendo el tipo de piedra, su color y disposición comprendemos que estamos ante un muro de la muralla.

Catedral y muralla son dos realidades arquitectónicas vecinas y complementarias pero con su propia identidad e independencia.

El aspecto que muestra este muro es muy importante. La forma de construir la muralla, y el material empleado, obligaba a una labor de mantenimiento continua para rellenar los huecos entre las grandes piedras; periódicamente se cerraban con un llagueado, un mortero que impedía la entrada del agua entre las piedras, evitando su deterioro. Cuando esta pequeña sala fue restaurada a finales del siglo XX, la dirección facultativa de las obras puso especial empeño en trasmitir, a través de esta pared, cual habría sido durante siglos la imagen de la muralla.