El 2017 está próximo a su fin, y estamos a las puertas de una de las festividades más importantes del cristianismo: finaliza el tiempo de Adviento y comienza la Navidad, una época que conmemora el nacimiento de Jesucristo, para recordarnos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Una de las costumbres más arraigadas de estas fechas para evocar este acontecimiento, es la de “poner el Belén” (#YoPongoElBelén). Pero, ¿sabes de donde viene esta costumbre? Parece que la primera representación del nacimiento, belén, portal o pesebre se debe a San Francisco de Asís, que en el siglo XIII (1223) y con permiso del papa Honorio III, habría organizado durante la Nochebuena un belén viviente en la población italiana de Greccio. Parece que la costumbre, se popularizó por Italia y más tarde por España y el resto de Europa, e incluso llegó al continente americano tras su descubrimiento. Restringida inicialmente a los conventos, se popularizó primero entre las clases nobles y aristócratas hasta convertirse en una práctica popular…
Se dice que fue en Nápoles donde, en el siglo XV, se elaboró el primer nacimiento que reproducía en de barro a los protagonistas del acontecimiento narrado por el Evangelio, extendiéndose rápidamente la costumbre de poner el belén a todos los países católicos, contribuyendo así a exaltar la devoción navideña. En el caso español, el Belén habría alcanzado su auge y esplendor durante el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III.
No olvidemos la conmemoración del Nacimiento de Jesús es (junto con la celebración de su Pasión, Muerte y Resurrección), uno de los principales acontecimientos del Año Litúrgico Cristiano. No debe extrañar por tanto que, en el arte, este ciclo haya sido desde los primeros siglos de nuestra era, uno de los temas más representados. Así, podemos situar los primeros ejemplos en los frescos aparecidos en las catacumbas romanas usadas por los primeros cristianos. Desde estos primeros ejemplos, lógicamente, los modelos, escenarios y manera de representar el acontecimiento han ido variado a lo largo de los siglos, y cada artista lo ha representado según la época, pero en lo sustancial, las obras suelen seguir el relato evangélico.
En el caso de la Catedral de Ávila, en un artículo anterior ya hicimos un recorrido por obras que hacían referencia al nacimiento de Cristo y ahora queremos detenernos brevemente en una de las joyas artísticas de la seo abulense, que recoge de manera extraordinaria este tema iconográfico: EL TRASCORO O RETABLO DE LOS REYES.
Dicho trascoro, es una obra renacentista de excepcional valor, realizada en piedra caliza por Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, discípulos del escultor Vasco de la Zarza. Se realizó en los años 30 del siglo XVI, coincidiendo con el traslado del coro que originariamente se situaba en la capilla mayor, hasta la nave central, donde puede contemplarse en la actualidad.
El trascoro se organiza como un retablo pétreo que representa en siete escenas el relato evangélico previo al nacimiento de Jesús y la infancia de este, en un ciclo que iría desde la Inmaculada Concepción de María (representada por el abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada) hasta la escena de Jesús entre los doctores, pasando por la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, la Adoración de los Reyes o Epifanía, la presentación del Niño en el Templo, la huida a Egipto o la matanza de los Inocentes (cuya festividad por cierto, recordamos todos los 28 de diciembre)…
Resulta curioso comprobar como la obra no respeta el orden cronológico de los acontecimientos, e incluso cómo episodios como el de la “Anunciación” o la “Adoración de los pastores”, han sido omitidos del conjunto. Asimismo, en la escena central, hay otro detalle que también llama bastante la atención: las figuras de Baltasar y de uno de los pajes son de raza negra y su piel oscurecida resalta sobremanera del resto del conjunto. Resulta que, aunque en el arte hubo aspectos que se repitieron desde las primeras obras (como que los Reyes representen cada una de las edades del hombre o que porten oro, incienso y mirra como ofrenda), ¿sabías que habrá que esperar hasta el siglo XIV para que Baltasar tenga un tono de piel diferente al de los otros Reyes?
Sin duda, esta obra es una auténtica “Biblia de piedra”, capaz de cautivar y captar de inmediato la atención del fiel que accede al templo. En cualquier época del año, pero especialmente en estas fechas tan entrañables, te invitamos a visitarlo nuestro particular “Belén” en persona, para que puedas deleitarte con sus magníficos detalles, mientras meditas sobre el significado de este acontecimiento. ¡Feliz Navidad!
#YoPongoElBelén es una campaña de la diócesis de Ávila en redes sociales para mostrar la alegría y fe de una de nuestras tradiciones navideñas más arraigadas