Dejamos atrás el bullicio del Carnaval, y tenemos por delante 40 días para la meditación, en los que la Iglesia invita a los cristianos a confesar sus pecados, hacer buenas obras, ser solidarios o renunciar a lo superfluo. Asimismo, nos recuerda que este debe ser un tiempo de reflexión acerca de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo que rememoraremos durante la Semana Santa, recordando así su entrega y sacrificio para la salvación de la humanidad.
La duración de la Cuaresma, que transcurre entre el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo, no parece casual, ya que el número “40” es numero con un gran simbolismo, y muy recurrente en las Sagradas Escrituras. Algunos ejemplos: fueron 40 los años que estuvo el pueblo de Israel en busca de la Tierra Prometida guiados por Moisés, quien pasó 40 días en el monte Sinaí antes de recibir las Tablas de la Ley. También fueron 40 los días de oración y ayuno que pasó Cristo en el desierto, tentado hasta tres veces por el demonio, preparándose para su vida pública. El Gran Diluvio duró 40 días, que, tal y como mandaba la Ley de Moisés, también fueron los que tardó Jesús en ser presentado en el Templo después de nacer, o el tiempo durante el cual Él se apareció a sus seguidores después de haber resucitado, para que fueran testigos…
Pero curiosidades aparte, con la Cuaresma, ha comenzado también la cuenta atrás para vivir en este 2019 la Semana Santa, que en Ávila es desde hace ya cinco años de Interés Turístico Internacional. Con casi 500 años de historia, desde el 12 de abril al 21 de abril, si visitas la ciudad amurallada, podrás disfrutar con auténtica pasión y religiosidad, de alguna de las 15 procesiones, en las que 14 cofradías y hermandades, sacan a la calle cerca de 40 grupos escultóricos de gran valor y belleza.
Asimismo, y si bien es cierto que la Catedral de Ávila acoge cientos de visitantes durante todo el año, en estos días de Semana Santa, se convierte en un ir y venir de gente, tanto foráneos como abulenses, ya que custodia y exhibe muchos de los pasos que procesionan más tarde por las estrechas y tortuosas calles de Ávila, siendo también punto de inicio y llegada de varias procesiones, así como telón de fondo de prácticamente todas ellas.
Por eso, acercarse hasta a la Catedral de Ávila en Semana Santa es un buen plan, ya que el visitante puede disfrutar de toda la historia que sus muros encierran, mientras disfruta de la contemplación sin prisas de obras que son auténticos tesoros, y que el resto del año permanecen ocultas. Los pasos que acoge la Catedral en estos días, de una gran calidad y belleza escultórica, son obras que van desde el siglo XVI al XXI, conformando una sucesión de escenas, que nos recuerdan los momentos más importantes y conocidos vividos por Jesús en sus últimos días de su vida. Contemplar estas obras, ya engalanadas y preparadas para revivir la Pasión, pero fuera de su contexto habitual, permite la oración y el recogimiento del fiel. Pero también el disfrute y la emoción de los amantes del arte, de la Semana Santa o de los curiosos, que ante imágenes de gran realismo se sienten sobrecogidos al examinar en detalle los rostros, manos u ojos de sus protagonistas. Son detalles, expresiones, posturas o gestos difíciles de explicar, pero que expresan sentimientos: dolor, miedo, ira, tristeza, desesperación, pero también paz y esperanza… y que en definitiva nos cuentan una historia, una historia de salvación.