El Nacimiento de Cristo en la Catedral

Verbum caro factum est et habitavit in nobis

Concluíamos el pasado año 2016 con un artículo referente a la iconografía de la Inmaculada Concepción que se halla en la Catedral, y comenzamos este nuevo 2017 haciendo lo propio con la iconografía del Nacimiento de Cristo expuesta entre los viejos muros catedralicios; todo ello, en aras de conseguir una mayor difusión de nuestro patrimonio religioso y artístico y acercarlo hasta todos los rincones posibles.

Si tuviéramos que señalar un acontecimiento histórico crucial para la humanidad, muy posiblemente el elegido fuera el Nacimiento de Cristo: de hecho, el mundo Occidental concibe este hecho como punto de partida de la Era actual, la llamada “Era Cristiana”, contando los años desde el Nacimiento de Jesús en Belén hace dos mil diecisiete años, según relatan los Evangelios y las antiguas y venerables tradiciones.

Es por ello que, en la historia del arte esta iconografía (la representación del nacimiento) ha sido una constante a lo largo de estos dos mil años de Cristianismo, hasta tal punto que raro es el caso de artistas relevantes medievales, renacentistas, barrocos o incluso contemporáneos que no hayan tratado esta temática en el genio creativo de su producción artística.

Antes de exponer las obras más relevantes que se encuentran en la Catedral, debemos puntualizar que nos hemos limitado a la estricta representación pictórica de esta temática, prescindiendo de otras relacionadas íntimamente con la misma (como es el caso de la Epifanía –adoración de los Magos-, la matanza de los Inocentes o la Virgen con el Niño), que trataremos más ampliamente en futuras publicaciones, ya que de ninguna manera pretendemos un artículo exhaustivo. En cambio, sí hemos considerado adecuado relacionar puntualmente con este tema la iconografía de la Sagrada Familia –Jesús, María y José- por encontrarse tradicionalmente unidas al hecho del Nacimiento de Cristo y por su celebración litúrgica durante los días de Navidad (25 y 29 de diciembre, respectivamente).

La relevancia de la Catedral abulense durante la Edad Media, su cercanía con la monarquía castellana y la fuerza catequética del Catolicismo tras el Concilio de Trento, hace que la producción iconográfica y artística referente al Nacimiento sea datable entre los siglos XIV y XVI fundamentalmente, anónimas en su mayoría; con obras que rezuman maneras del arte tardogótico (siglo XV) y , sobre todo, renacentista (siglo XVI). Esta característica acentúa la riqueza patrimonial de la Seo Abulense y estimula la curiosidad de investigadores, eruditos y apasionados del arte sacro español.

Veamos algunos ejemplos significativos:

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Nacimiento de Cristo

Situado en el trascoro de la Catedral, es obra de Lucas Giraldo, realizado en la primera mitad del siglo XVI en piedra caliza (un material blando para tallar pero frágil para su conservación). El estilo es de un Renacimiento temprano, de abundante decoración lineal con motivos vegetales que tradicionalmente se ha dado en llamar “plateresco” por su similitud con la decoración de las piezas de orfebrería propias de la época. A través de una serie de paños en relieve, el artista encuadra diversas escenas del nacimiento y la infancia de Cristo y María. Esta imagen seleccionada forma grupo escultórico junto con los Reyes Magos –Epifanía-, pero hemos considerado justo incluirla en este breve artículo por la valía de la talla, la expresividad de las figuras –de una quietud serena propia del cinquecento-, el tratamiento de los pliegues de las vestiduras y la armonía de la composición no exenta de matices, ya que a pesar que la Virgen es representada joven y radiante, mostrando un Niño robusto y crecido, nos encontramos un San José anciano que permanece impasible contemplando la escena.

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José y María adoran al Niño

Este óleo sobre tabla forma parte de un pequeño retablo situado en el crucero norte, de acentuado carácter romanista, fechable a principios del XVI y divido en casetones que ilustran diversas escenas gloriosas de la vida de María. En él se aprecia a la Virgen y San José juntando las manos y arrodillados junto al Niño Jesús, recién nacido y situado en el pesebre, en un conjunto realizado con colores suaves y pinceladas menudas que representa fielmente el relato que afirma que Cristo nació humildemente en un establo, y la tradicional creencia popular de que “entre un buey y una mula”.

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Adoración del Niño Dios

Óleo sobre tabla situado en la capilla central interior de la girola (cimorro), en el retablo de la Virgen de Gracia, de acusada temática mariana y posiblemente realizado a finales del siglo XV, ya que hacia 1496 aparece documentada su existencia. Al contrario que en la imagen que hemos analizado anteriormente, el artista ha resaltado la realeza del Niño Jesús desde el mismo instante de su nacimiento, como podemos apreciar en el entorno que, lejos de ser un establo, se trata de una sala regia, de pavimento enlosado y rodeada de arcos que dejan ver un horizonte bucólico y colorido: la virgen aparece en primer plano, ataviada con amplios ropajes y delicados cabellos, frente a un San José situado en un plano inferior y que parece asomarse tímidamente a la escena.

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Nacimiento del Retablo del Tostado

Realizado en alabastro, timbra el conjunto del retablo funerario del obispo Alonso Fernández de Madrigal (el Tostado), toda una seña de identidad de la Catedral abulense, realizado en el siglo XVI por el celebérrimo artista Vasco de la Zarza, considerándose su obra cumbre. En una cartela ricamente enmarcada por elementos arquitectónicos clásicos, muestra el Nacimiento del Niño acompañado de San José y de la Virgen en actitud de veneración ante tan magno Misterio. Como curiosidad, sobresalen profusamente las efigies del buey y la mula sobre la escena, ayudando a identificar el tema dada su situación tan elevada.

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Nacimiento de Cristo. Retablo Mayor

Obra de Juan de Borgoña, forma parte del programa iconográfico del retablo que preside el presbiterio, uno de los principales referentes en el panorama histórico-artístico español por la valía de sus pinturas realizadas a comienzos del siglo XVI por tres pintores de primera línea: Berruguete, Borgoña y Santa Cruz, ilustrando la historia de la Salvación y el papel de la Iglesia y la doctrina católica como Cuerpo Místico de Cristo. Enmarcada entre tallas flamígeras, la pintura muestra el Nacimiento de Cristo en un ambiente idealizado, convirtiendo el establo en las ruinas de un gran edificio –quizá un palacio, aduciendo al Rey de Reyes- y rodeado de ángeles y bucólicos pastores que acentúan el misticismo de la escena.

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El Nacimiento de Jesús

Óleo sobre tabla expuesto en el museo catedralicio, que recuerda la maestría de los pintores centroeuropeos por los amplios volúmenes de las figuras. Realizado posiblemente entre el siglo XV-XVI, representa la escena acentuando el detalle en lo fundamental, incardinando la luz en el hecho del Nacimiento: el Niño, la Virgen y San José.

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La Sagrada Familia

Óleo sobre tabla expuesto en el museo catedralicio. Se trata de una de las piezas con más valía de toda la colección, ya que acreditados estudiosos lo atribuyen al círculo del italiano Rafael Sanzio.

Don Tomás Sobrino, canónigo y estudioso del templo (recientemente fallecido), describió sencillamente la obra: “La Virgen con túnica anaranjada y manto azul despierta al Niño y levanta un velo delicado sobre su rostro. El Niño alza los brazos y quiere auparse con las piernas. San José contempla absorto al Niño con las dos manos apoyadas en el bastón. Un ángel echa flores sobre la cuna del Niño”. Nadie aún ha sabido explicarse cómo el lienzo llegó hasta Ávila, pero nos permitiremos la licencia de advertir al lector que es necesario contemplarlo in situ para dejarse llevar por la unción que desprende al contemplarlo.

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El Nacimiento de Cristo

Miniatura de un magnífico cantoral de Juan de Carrión, realizado en el siglo XV sobre pergamino. Con gran virtuosismo, el artista tardogótico se anticipa a los cánones del Renacimiento clásico mostrando con colores suaves y estudiadas líneas la humildad del nacimiento de Jesús en un ambiente de júbilo, al aire libre junto al establo, rodeado de ángeles y pastores que parecen celebrar el comienzo de un tiempo nuevo.

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Adoración de los Pastores

Situada en una de las salas del museo catedralicio, a pesar de sus reducidas dimensiones constituye una obra de especial atención, no sólo por el material en que está realizada (óleo sobre alabastro), sino por la minuciosidad en la representación naturalista de todos los elementos que componen la escena, queriendo prestar atención a la expresión fiel de todos los detalles: rasgos faciales, ropajes, cabellos, elementos naturales y animales se conjugan para expresar majestuosamente la humildad del Nacimiento del Señor, mostrado entre pañales por la Virgen a los pastores que llegan para adorarlo.